Cuando llegamos a la sede de la Fundación Vicente Ferrer nos sentimos como en casa. Nos hablan en español, la comida no está picante, las calles están limpias... El día 22 fuimos al poblado donde viven las mujeres con las que colaboramos y por la tarde visitamos las casas que el CD de Yoga Nidra ha financiado con la ayuda de tanta gente. De regreso a la Fundación pasamos por la tumba de Vicente Ferrer. Había un chico limpiando y dos mujeres rezando. No pudimos evitar emocionarnos.
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