Dimos clases de inglés con una pizarra muy india y unas tizas que se deshacían. Nos costó aclararnos ya que estaban mezclados los diversos niveles. Aunque los niños estaban dispuestos a ayudar resultó más práctica que Mª Carmen se quedara con un nivel y Gabriel con otro. A pesar de las precarias condiciones y del calor insoportable los niños no se quejaban y mostraban mucho interés por aprender. Uno quería que Mª Carmen hablara con su madre para venirse con nosotros. Él pagaría el vuelo y nosotros las manzanas, los plátanos, el arroz y todo los demás.
La hermana Archana que es la encargada de esta escuela nos dijo que tenían serias dificultades para llegar a final de mes porque había muchos padres que eran tan pobres que no podían pagar la cuota mensual. Le dimos el dinero que Pilar Verdú y la madre de Gabriel nos habían dado y nos entregó una carta con todos los detalles por si había alguien que les pudiera ayudar porque si no tendrían que cerrar la escuela y estos niños se quedarían sin educación y serían rechazados por la sociedad por pertenecer a la casta más baja.
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